De la edad, de atrapados en el tiempo
y otros cuentos
Los que somos
mayores (un poquito nomas) tenemos la suerte de haber navegado por diferentes
mares del tiempo, con lo cual se puede tener una visión mucho más amplia del
comportamiento de las personas en diferentes etapas de la vida, se dice que con
la edad nos volvemos más sabios, también debería decirse que nos volvemos más
temerosos, cosas que sin meditar hubiésemos hecho de jóvenes, hoy nos cuesta
trabajo realizarlas y es que inconscientemente “nos dan miedo” y es que esto
tiene una razón, a pesar de ser adultos funcionales muchas de estas
funcionalidades están disminuidas a causa del paso de los años funcionan a un
80% o 70% y en algunos casos menos, contrastar esto con la imagen mental que
tenemos de lo que podemos hacer muchas veces hace que nos encontremos con la
cruda realidad y esto conduce fácilmente a muchas personas a estados depresivos, esto se agrava si la
persona atraviesa por enfermedades también asociadas a la edad, mucho de esto
tiene que ver con la personalidad y la forma como las personas percibimos
nuestro entorno, hay personas muy realistas centradas en lo actual y
conscientes de su estado físico y mental, sin embargo otras personas se niegan
al paso de los años y esta negativa al ser inconsciente no es percibida por el
individuo quien sigue con costumbres de otros tiempos y tratando de hacer cosas
que hubiese hecho en una edad mucho más joven y es aquí en donde vienen los problemas
estas personas se rodean o tratan de rodearse de gente joven sintiéndose parte
de esos grupos generacionales, se visten con las modas de personas jóvenes
están al tanto de situaciones y eventos relacionados con estos grupos generacionales,
sin embargo el cuerpo ya no está en condiciones de seguir el ritmo que exigen
estas actividades, esta situación genera en estas personas disonancia
cognoscitiva ya que no es que ”se crean jóvenes” estas personas tienen la
certeza absoluta que lo son, sin embargo el paso de los años y su imagen física
contrasta con esta idea, esta disonancia cognoscitiva genera estados de
ansiedad elevados que se traducen en emociones irracionales como la ira y la
tristeza, asociada a la creencia general que las cosas son así porque ellos lo
dicen y punto.
Es común ver
estas personas en todos los entornos sociales y en los grupos familiares, se
les llama comúnmente como “chiquiviejos” o “chiquiviejas” (el termino también se
usa para los niños que se comportan y visten como adultos), son muy propensos a aferrase
a la vida, lo curioso de esto es que no está ligado a patrones de su
personalidad si no que más asociado a estados anteriores de experiencias
gratificantes en alguna etapa de su juventud que se quisieran preservar por
siempre, por esta razón es que independientemente de su personalidad, existirá
un patrón común entre estas personas, también contribuye a ello las empresas
comerciales, ya que al ser los jóvenes un grupo de alto consumo ( se podría
hasta decir que de un consumo irracional), es muy fácil venderles hasta
piedras, lo que hace que la publicidad y los medios orienten a la creencia de
que si no eres joven y no perteneces a estos grupos no eres nadie, sin embargo
y no todo el mundo se encandila o desespera por estos mensajes los
que muchas veces son subliminales y tratan de llegar al inconsciente de las
personas, pero de que llega , llega y a estas personas los “chiquiviejos” les
afecta mucho.
En fin,
personalmente considero que cada quien tiene el derecho de vestirse y
comportarse como mejor les parezca, siempre y cuando no afecte, la vida, la
tranquilidad o el respeto de otras personas, es muy bueno que una persona se
sienta joven de espíritu (yo soy uno por ejemplo) pero sin caer en los extremos
ni afectar la tranquilidad que cuesta tantos años conseguir, y es que somos
quien somos desde niños hasta la ancianidad, pensamos igual sentimos igual solo
cambia el cuerpo y las capacidades por lo que es importante estar conscientes
de esto para llevar una vida adecuada en cada etapa de nuestra vida.